Leonardo Boff: En el intervalo de una mesa redonda sobre religión y paz entre los pueblos, en la cual ambos (yo y el Dalai Lama) participábamos, yo, maliciosamente, más también con interés teológico, le pregunté en mi inglés defectuoso:
“Su Santidad, ¿Cual es la mejor religión?” Esperaba que dijera: El budismo tibetano o las religiones orientales mucho más antiguas que el cristianismo…
El Dalai Lama hizo una pequeña pausa, sonrió, me miró fijamente a los ojos, lo que me desconcertó un poco porque yo sabía la malicia contenida en la pregunta, y afirmó:
“La mejor religión es la que te aproxima más a Dios, al infinito. Es aquella que te hace mejor.”
Para salir de la perplejidad delante de tan sabia respuesta, pregunté: “¿Qué es lo que me hace mejor?”
“Aquello que te hace más compasivo, más sensible, más desapegado, más amoroso, más humanitario, más responsable, más ético… La religión que consiga hacer eso de ti, es la mejor religión.”
Callé maravillado, y hasta el día de hoy estoy rumiando su respuesta sabia e irrefutable.
No me interesa, amigo, tu religión o si tienes o no tienes religión.
Lo que realmente me importa es tu conducta delante de tu semejante, de tu familia, de tu trabajo, de tu comunidad, delante del mundo.
Recordemos: “El Universo es el eco de nuestras acciones y nuestros pensamientos”.
La ley de acción y reacción no es exclusiva de la Física. Es también de las relaciones humanas. Si yo actúo con el bien, recibiré el bien. Si actúo con el mal, recibiré el mal. Aquello que nuestros abuelos nos dijeron es la más pura verdad: “tendrás siempre el doble de aquello que deseares a los otros”.
Ser feliz no es cuestión de destino. Es cuestión de elección.
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