También conocidos como los Imaguas, son los Orishas gemelos, los mas traviesos y consentidos por todos los Orishas. Simbolizan la suerte, la astucia, la unión, el trabajo en equipo, la organización, la disciplina, la constancia, la valentía y la fuerza que hace posible vencer cualquier obstáculo por mas grande que sea.
Hijos de Shango y Oshun, otros autores aseguran que son hijos de Shango y Oya; fueron criados por Yemaya.
Sus colores son el blanco y rojo de Shango y el azul de Yemaya, se representan con dos muñecos idénticos, su símbolo es el tambor, ya que con él vencieron a Abita (el diablo).
A pesar de ser representados como niños, son Orishas de gran fuerza e importancia en la Religión, capaces de ayudar a los seres humanos en las peores adversidades como lo malévolo y la muerte.
Cuenta la historia que había un cruce de caminos y en medio estaba el diablo que tenía preparada una trampa, donde todos los que pasaban por el cruce el diablo se los comía, el pueblo estaba muy sobresaltado porque todas las personas se desaparecían cuando iban de un pueblo a otro, así que se mantuvieron presos en su pueblo.
Una vez los Ibeyis le dijeron a su madre que iban a buscar fortuna, al llegar hasta el cruce de los caminos, uno se escondió y el otro llegó donde estaba el diablo, al verlo tan chiquitico el diablo le dijo que fuera para su casa porque no podía pasar por ahí, pero el Ibeyi insistió, le dijo al diablo que tocaría el tambor y que él debía bailar hasta que alguno de los dos se cansara.
El diablo aceptó su propuesta, el Ibeyi tocaba y tocaba, cuando se cansaba se intercambiaba con su hermano que estaba escondido, sin que el diablo se diera cuenta, de esa forma podían alternarse una y otra vez para descansar, mientras el diablo bailaba y bailaba.
Hasta que el diablo ya no aguantaba, pero por ser tan apasionante la música no podía dejar de bailar, y le pidió al Ibeyi que no tocara más el tambor, que le concedía cualquier cosa para que se detuviera, el Ibeyi le pidió que dejara de comerse a las personas que por allí pasaban, el diablo accedió.
De esa forma los habitantes del pueblo pudieron ser libres de nuevo y pasar por el cruce sin ningún peligro.
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